Obras

El cerco de Sarajevo (O cerco de Saraievo, 1992-1994)

En diálogo con la tesis de la Bienal de Pontevedra y con la reflexión que Susan Sontag hace de cómo las y los espectadores se sitúan en una posición pasiva frente al dolor ajeno observándolo como espectáculo, Gervasio Sánchez presenta cuatro obras de una de sus series más icónicas: El cerco de Sarajevo: Tumba de una familia en el cementerio del León. Sarajevo (Bosnia-Herzegovina), julio de 1993; Mujer sale con maleta de su casa destruida. Sarajevo (Bosnia-Herzegovina), junio de 1992; Biblioteca de Sarajevo con haz de luz. Sarajevo (Bosnia-Herzegovina), julio de 1993; y Cuatro niñas en el interior de un coche destruido. Sarajevo (Bosnia-Herzegovina), febrero de 1994. Sarajevo fue para el fotógrafo una experiencia clave, pues allí entendió que la guerra no se puede explicar del todo, que el horror no cabe en una imagen. Las fotografías delatan la concepción que tiene el autor sobre la guerra, al centrar su sentimiento más trágico en las consecuencias, en un peculiar “paisaje después de la batalla”, donde, a menudo, se vuelve a reencontrar con protagonistas de sus fotos, como sucede aquí con Edo, el niño que lo guio por algunos de los espacios destruidos de la ciudad. Son imágenes que nos recuerdan que la guerra no ha finalizado para quienes la vivieron, incluso si oficialmente el conflicto bosnio concluye con el Tratado de Dayton el 14 de diciembre de 1995, ya que sigue activa en el subconsciente de aquellas personas, y las fotografías nos recuerdan su dolor. Porque las guerras, piensa Sánchez, no se terminan hasta que se superan las consecuencias, y esto a veces dura décadas, e incluso tanto a niñas, niños como a adolescentes les termina marcando toda su vida

El cerco de Sarajevo (O cerco de Saraievo, 1992-1994)
El cerco de Sarajevo (O cerco de Saraievo, 1992-1994)
Volver a ser humanos.
Ante el dolor de los demás