Bienvenida

La Bienal de Pontevedra no vuelve; renace. Y lo hace al estilo de los grandes relatos, esos que, al ser contados de nuevo, nos permiten ver la vida desde otra perspectiva. Durante demasiado tiempo, el silencio ocupó el espacio donde antes habitaba el arte. Hoy, en este 2025, la ciudad vuelve a pronunciar su nombre a través de la creación contemporánea. Desde este rincón bañado por el Atlántico, miramos de nuevo al mundo, con la certeza de que el arte no solo nos refleja, sino que también nos transforma.
Esta bienal es más que un evento: es una afirmación de ideales. Reunimos a artistas que desafían, que alzan la voz, que nos ofrecen otras formas de mirar. Porque el arte no puede mantenerse al margen del sufrimiento ni de la belleza. Hemos querido que esta edición sea profundamente humana, en el sentido más amplio de la palabra: que hable del tiempo que vivimos, que nos incomode y nos consuele, que cuestione nuestras certezas y nos invite a pensar de otra manera. En un mundo que se fragmenta, el arte puede ser lo último que nos una.
Durante tres meses, Pontevedra será una ciudad sin límites; una ciudad que se piensa a través del arte y que encuentra en la cultura su mejor camino hacia el futuro. Desde Santa Clara hasta la isla de las Esculturas, esta bienal traza un mapa emocional de nuestros territorios. No concebimos la cultura como adorno ni como privilegio, sino como un derecho que une, que abre puertas, que nos permite imaginar lo que aún no existe. Esta bienal es un pacto: entre lo que fuimos, lo que somos y lo que queremos llegar a ser.
Y me reafirmo: no nos basta con haber organizado una exposición. Aspiramos a que esta bienal encienda un diálogo que perdure más allá de nosotros. Porque el arte, cuando es verdadero, no solo decora los muros, los atraviesa. En nombre de Pontevedra, de la Diputación y del Museo de Pontevedra, os animo a mirar con otros ojos, a sentir con otra sensibilidad. Porque volver a ser humanos ―como dice nuestro lema― es también volver a escuchar el eco de una obra, la delicadeza de un trazo, la valentía de una forma. Volver a ser humanos, sí. Y hacerlo todas y todos juntos.