Artistas
La obra de Susan Philipsz (1965, Glasgow, Reino Unido) se articula alrededor de la capacidad del sonido para activar el espacio y generar así una interacción profunda entre la percepción de las y los oyentes y el entorno. En sus intervenciones, la artista establece una relación directa entre el sonido y la arquitectura, desvinculada de los estímulos visuales convencionales. Al poner el sonido en el centro de su propuesta estética, Philipsz también ofrece una crítica sutil a la supremacía de lo visual, desafiando la primacía de la percepción ocular que históricamente ha dominado la experiencia del arte. En sus obras, la arquitectura vacía cobra vida propia a través de las resonancias no humanas, lo que transforma la relación entre las y los espectadores y el espacio en una interacción más fluida, menos jerárquica y más abierta a lo inmaterial y lo ausente. El espacio se convierte en una extensión del cuerpo y la memoria, e invita a quien lo recorre a una escucha activa y atenta que puede redefinir nuestra relación con el entorno y con el otro. Las composiciones sonoras de Susan Philipsz abarcan una pluralidad de géneros y tradiciones, desde el folclore europeo y las baladas del siglo xvi hasta canciones de David Bowie o himnos obreros. La melancolía, la nostalgia y la pérdida son temáticas recurrentes en sus obras, que convocan a las y los espectadores a un espacio reflexivo y meditativo. No se trata simplemente de escuchar, sino de habitar el sonido, de sentir su transformación a medida que se ajusta al contorno de cada espacio. En este sentido, el sonido, aunque etéreo, se convierte en una suerte de escultura que, en lugar de ocupar un volumen físico, modela la experiencia de quien lo recibe.