Bienal de Pontevedra

En la obra de Wardha Shabbir, lo natural y lo humano no se entienden por separado. Todo está conectado. En la pieza creada para la 32.ª Bienal de Pontevedra, Shabbir vuelve al jardín, al gesto de cuidar, de observar, de cultivar. Pero esta vez lo hace preguntándose cómo seguir adelante en un entorno cada vez más inhóspito: ¿cómo resistir ante el deterioro del mundo que habitamos? La obra nace desde su experiencia como madre en Lahore, una ciudad donde la contaminación y la crisis ambiental están siempre presentes. A partir de sus preocupaciones, la artista imagina un cuerpo femenino transformado, inspirado en las plantas y en el sol; un cuerpo que no es víctima, sino que mantiene su capacidad de dar vida incluso en condiciones difíciles. El sol, elemento central en la escultura, habla de fuerza, de creación, de renovación. Y el color rojo recuerda a la sangre, a la historia de lucha de tantas mujeres. La artista invita a repensar las intersecciones entre ecología, feminismo y experiencia humana, y propone una narrativa en la que la capacidad de adaptarse se convierte en acto revolucionario. La escultura se erige, así, como una visión esperanzadora del porvenir, donde la vida no solo sobrevive, sino que encuentra nuevas formas de florecer.