Obras
Air on a Broken String (Aire en una cuerda rota, 2015)
Esta pieza de Susan Philipsz fue concebida originalmente para la Galería Nacional de Londres, donde se presentó junto a la pintura The Ambassadors (Los embajadores), de Hans Holbein. A través del sonido, Philipsz indaga en lo que ocurre cuando algo está incompleto, cuando falta una parte esencial. La artista retoma una imagen poderosa dentro de la obra de Holbein que siempre le ha llamado la atención: un laúd con una cuerda rota, interpretado tradicionalmente como símbolo de tensión, pérdida y desarmonía. Inspirada por esa idea de disonancia, decide retirarle una cuerda a un violín contemporáneo y grabar los sonidos posibles con las cuerdas restantes. Las tres notas resultantes ―sol bemol, si y mi― se cruzan, se superponen y emergen desde distintos altavoces ubicados en el espacio expositivo, haciendo audible, paradójicamente, aquello que falta. El resultado, lejos de ser estridente, es inquietante y genera una constante sensación de inestabilidad. Como en muchas de sus obras, Philipsz evita la narración directa y se interesa más por lo que se sugiere, por lo que no suena. Así, la cuerda rota se convierte en símbolo de una pérdida, pero también en punto de partida, en una forma de comenzar de nuevo desde lo que permanece, desde lo que aún puede reconstruirse.
