Obras

La piel del olivo ( 2024-2025)

En su intervención para la 32.ª Bienal de Pontevedra, Beatriz Ruibal desplaza el lenguaje fotográfico hacia una dimensión espacial, envolviendo el cubo de cristal del Pazo da Cultura con una imagen ampliada de una hoja de olivo, que actúa como una segunda piel. Presente en todo el Mediterráneo, el olivo encierra, según la artista, una carga simbólica profunda, ligada a la vida, la resistencia y la posibilidad de regeneración. Es un árbol que no solo sobrevive al paso del tiempo y a la devastación ―renace tras el fuego, arraiga en suelos duros, persiste incluso en contextos de abandono o guerra―, sino que también guarda en su cuerpo una memoria compartida que desborda lo estrictamente humano. En La piel del olivo, esa hoja agrandada no se limita a cubrir el edificio, sino que lo transforma en un organismo vivo, en “hospitalidad vegetal”, un lugar de acogida desde lo vegetal. Quizá no se trata de representar, aclara Ruibal, sino de permanecer. En un contexto de crisis ecosocial, esta intervención plantea la necesidad de revisar nuestras formas de relación con el entorno y de imaginar otras formas más lentas, más atentas, más cercanas de habitar lo común. El gesto, lejos de ser meramente formal o decorativo, activa una serie de relaciones entre naturaleza, arquitectura y memoria histórica, y abre un lugar de encuentro entre lo vegetal, lo humano y lo construido. La transparencia del vinilo transforma el cubo de cristal en un cuerpo poroso que permite el paso de la luz e introduce una lógica de superposición, donde la imagen no borra lo real, sino que lo complica.

<em>La piel del olivo</em> ( 2024-2025)
La piel del olivo ( 2024-2025)
Volver a ser humanos.
Ante el dolor de los demás