Bienal de Pontevedra

En este tríptico, Priscilla Dobler Dzul toma el título de la obra del Bosco, pintada en un momento en que la colonización de América estaba expandiéndose y Europa se enriquecía a costa de la expropiación de territorios. La artista responde a este contexto histórico representando criaturas de diversas razas y géneros, así como objetos culturales indígenas para dar voz a lo que se consideraba marginal y primitivo. Plantea un nuevo modo de pensar el mundo, el cuerpo y el género, la relación con otras especies y otras entidades no humanas. El tríptico se divide en tres escenas: Cielo, Tierra e Infierno. Cielo muestra un paisaje onírico lleno de color, placeres sensuales, deidades y figuras inspiradas en los jeroglíficos mayas. En Tierra, animales y deidades son atacados por policías armados, lo que refleja una batalla por el control del jardín. Infierno se presenta en tonos grises y blancos, con una imagen central que parece despojada de color. A pesar de la sobriedad de la composición, las mariposas de colores sugieren la posibilidad de redención y transformación.